El equipo de oficiales de seguridad de Thomas Ormerod enfrentaba una tarea aparentemente imposible. Se les pidió entrevistar a pasajeros en los aeropuertos de Europa, con el objeto de descubrir a un puñado de falsos viajeros plantados entre la multitud. De hecho, sólo una de 1. Era como encontrar una aguja en un pajar. Eso hubiera sido, de hecho, una mala idea. Lee también: Un detector de mentiras para redes sociales Estudio tras estudio han encontrado que los esfuerzos —incluso por parte de policías profesionales- de leer las mentiras en el lenguaje corporal y las expresiones faciales rinden frutos similares a dejarle la cuestión a la suerte. En una de las investigaciones, sólo 50 de El equipo de Ormerod trató una estrategia diferente y logró identificar a los pasajeros falsos en la vasta mayoría de los casos.
Almibarar, o al menos decir alguna que otra mentirijilla, es un pegamento collective que nos une a todas las criaturas. Y, aunque no somos bastante buenos para detectar mentiras, podría acaecer un simple truco para ayudarte a identificar algunos patrones de falsedad entre nosotros. Frecuentemente, lo que definimos como mentir es cuando alguien se propone engañarnos ya sea con palabras o acciones. Pero en realidad, las conversaciones normales solo tienen lugar porque nosotros no decimos exactamente lo que pensamos o queremos decir. Imagina que en cada charla que tienes, tu interlocutor te dice lo que realmente piensa sobre ti y tus decisiones. Eso sería insoportable. Y es que a pocos de nosotros se nos ocurriría revelar que no nos gusta el nuevo peinado de alguien. Así que sí, mentir nos define como academia y nos mantiene en un globo de paz y armonía.
Fault embargo, como un fantasma, su dado lo sobrevivió en forma de grabaciones que actuaron como una pesadilla para sus censores. En aquellas cintas reveló todo. Él ya estaba muerto -se suicidó dos años después del incidente nuclear- pero pudo demostrar que la verdad, finalmente, siempre prevalece. China tiene por estos días, y en otra escala, a su propio Legasov. Li Wenliang fue el primer médico en alertar a otros siete colegas sobre el peligro que implicaba el coronavirus cuando el mal siquiera tenía también un nombre asignado COVID Compartió la información luego de que siete pacientes suyos fueran diagnosticados con una achaque similar al SARS en Wuhan, epicentro de la creciente epidemia.
